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Destruyendo mitos del mundo lésbico

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Ser tú

Búscala, no dejes que se vaya, no permitas que cruce la puerta. Si la cruza, estarás perdida, no sabrás nunca más quién eres, te perderás dentro de ti misma.

Retenla, haz que se quede contigo, prométele que serás mejor, más paciente, más generosa, más respetuosa, más guapa, más alta…

Miéntele, dile que vas a cambiar, que todo será como ella siempre había soñado, que harás todo lo que te pida. Ya habrá tiempo para negociar los detalles.

Recuérdale porqué estáis juntas, el día que os conocisteis, lo bien que lo pasasteis en aquel viaje, las promesas que os hicisteis y que aseguró que nunca te abandonaría. Eso le ablandará el corazón.

Haz que se quede. A toda costa. A cualquier precio.

Porque si se va, si ya no vuelve, te darás cuenta de que eres toda de mentira; apenas un muñeco construido a su gusto, por y para ella.

Y tendrás que reinventarte, y tendrás que buscar a otra que te diga quién ser, cómo ser, qué soñar.

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Blanco

Ella espera

Salió temprano. Sabía que por mucho que corriera no llegaría antes, pero los nervios no le permitían esperar más.

Quería estar allí cuándo ella bajara del tren, que su cara fuera lo primero que viera, intuir su silueta en la ventanilla al entrar en el andén, buscar desesperadamente su melena negra entre los pasajeros que llegan.

Tres meses sin verla había sido demasiado tiempo. El corazón le iba a mil.

No había dejado que Laura le acompañara, quería ese momento para ella sola; saborearlo sin tener que pensar en cuán patética se volvía ante ella, sin tener que disimular todas las ganas guardadas.

Arranca el coche, aún queda casi una hora y la estación esta a apenas 20 minutos.

Aparca con facilidad, entre semana no hay mucho bullicio en el aparcamiento de la vieja estación. Enciende un cigarrillo al bajar del coche y pasea de arriba a abajo para hacer tiempo.

Vuelve a mirar el móvil: nada. Desde que ella había subido al tren no había vuelto a tener ningún aviso. Sin duda se había quedado sin batería. Dichosa manía de no salir de casa con la batería cargada.

10 minutos

Entra en la estación. Andén 4.

Vías de tren

Se sienta en un banco apurando los últimos 8 minutos. Apenas otras 4 personas más esperan para recoger a otros pasajeros.

Una pareja de unos 50, un joven que no pasa de los 20 y que se está liando un canuto, una mujer madura con el pelo recogido y un largo abrigo rojo…

La megafonía anuncia la próxima entrada del tren en la vía.

Ya llega. Casi no puede ni respirar. Por fin.

Se abren las puertas del tren. Un tren corto, de apenas 3 o 4 vagones.

Baja una joven que se dirige a la pareja que espera. Un grupo de chicos saluda eufórico al joven antes de abandonar el vagón. Una pareja mayor baja con dificultad los 3 escalones del vagón, alguien desde dentro les ayuda a descargar las maletas.

Del último vagón baja ella. El pelo suelto, los vaqueros ajustados, la mochila a los hombros, las gafas caídas.

Eva alza la mano para llamar su atención desde el otro lado del andén.

Pero ella anda segura, se acerca hasta la mujer del abrigo rojo, la besa en los labios y sale con ella de la estación.

Blanco

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