Una de los debates más repetidos entre las
mamás bolleras es el de ¿y cómo nos van a llamar?
Por supuesto, nosotras también lo tuvimos y, llenas del romanticismo propio de la maternidad primeriza, decidimos con candor que seríamos «mami» y «ma».
Menos de 2 años después, cuándo nuestros pequeños mellizos ya hablaban con alegría, a una se le ocurre cantar un día con sorna aquello de «mami, mami, mami chula…» frente a la llamada del retoño.
¿Resultado? Hemos pasado a ser «mamiquel» y «mami chula».
Y pasas a ser mami chula en la guarde, en la pareja, en la familia…
Lección aprendida: como en casi todo, los planes se van al carajo cuándo llegan a tu vida. Mejor dejar espacio para dejarse llevar.
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