Para escribir necesito tener mis zapatillas puestas.

Hasta que no leí al escritor israelí Etgar Keret y coloqué a uno de sus cuentos (“Las zapatillas de deporte”) como uno de mis favoritos, no pensé qué importancia tiene calzarse unas zapatillas y he aquí que estas líneas serán un pequeño-plagio-homenaje.
Adidas es una multinacional alemana, aunque en mi adolescencia yo pensaba que era española, por su gran acrónimo: Asociación De Idiotas Dispuestos A Superarse.
Junto los cordones en una lazada y me fijo en su logotipo una flor y cuento tres hojas y tres líneas de mi zapatilla y no dos ni cuatro, ¿porqué?

¡Qué fantástico es internet! aquí están las respuestas que he leído.
El número tres deriva porque probablemente representan la unión de las 3 plataformas continentales.
La historia cuenta que dos hermanos, años 1920 en un pueblo alemán Herzogenaurach confeccionaron zapatillas de deporte y que en los Juegos Olímpicos de 1936, momento de Hitler y su lucha, un americano ganó medallas de oro con sus zapatillas alemanas y se perdió orgullo nazi.
Los hermanos se enfadaron.
La empresa la renombró Adolf Dassler, para los amigos “Adi” para los profesores Dassler y juntó Adi+Dass=Adidas.
¡Hala!
Ahora viene lo mejor, su hermano Rudolf Dassler fundó: PUMA.
Cuentan que su pueblo es conocido porque la gente suele mirar hacia abajo, la población se dividió en dos; los que llevaban tres rayas frente a los del puma.
“Pienso” que también el mundo se divide en dos: homosexuales o en heterosexuales, pero ¡no! en Samoa, la otra palabra para terminar mi nombre de zapatillas.
Samoa es una isla donde viven ciertas personas bajo el nombre: Fa’afafine.
Gracias a un documental, descubrí esta nueva palabra.
Nosotras somos lesbianas, ellos son fa’afafine.
Otro nombre de personas.
A nosotras nos gustan las chicas.
A ellos les puede gustar tanto las chicas como los chicos, como los fa’afafine.
Su definición es que son hombres educados con un rol de una mujer y se acepta.
Es curioso qué poca información alberga wikipedia sobre ellos.
En Google aparece su búsqueda como el tercer sexo. Aquí está nuestra tercera línea.
No son homosexuales, no son drag queens, ni travestidos.
En el documental acaba con una entrevista a un fa’afafine,
-¿Quién eres?
-Yo. Yo, soy yo.
Así que yo, yo soy yo, escribo con mis pies en calcetines dentro de unas ADIDAS SAMOA, dentro de unos hermanos enfadados y de un lugar donde una educación te convierte en uno mismo por mucho que te pregunten.
Café cortado cósmico.
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