Aprendimos una nueva forma de vivir donde el pesimismo no tenía cabida, donde luchar era una rutina, donde la realidad no era una alternativa.
Aprendimos a no esperar que nos dijeran que hacer, a pasar de largo por lo que otros esperaban de nosotras, a buscar nuestro espacio.
Ese espacio que era nuestro por apetencia, no por prestamos de una mente políticamente correcta.
Aprendimos que el mundo puede ser tan nuestro como de cualquier otro.
Déjanos tu opinión: